Conforme vamos caminando en nuestro propósito de servir; el objetivo se va difuminando, se pierde la noción de lo que se esta haciendo o porque se hace. Y muchas veces tendemos a volver a personalizar nuestro trabajo, nuestras acciones, nuestras relaciones y todo lo que nos rodea; el egocentrismo vuelve a entrar y a disfrutar estar dentro de nosotros como si lo logros fueran tan personales.
Los logros son todo menos personales, es un conjunto de acciones y de personas que permitieron lograr que tu estes donde estes; y es por eso que la humildad siempre debe de estar presente; dejar de lado eso que no nos permite progresar y que no lleva a ser tan infelices porque ese egocentrismo se pierde facil al reconocer la realidad; no es tan grave o bueno como parece; siempre debes de ver con tranquilidad tanto las caídas como los triunfos.
Cuando estaba en la secundaria habia una madre; de hecho era la directora; y yo en verdad la odiaba; y odiaba que fuera tan hipócrita ante su propia religión; siempre nos hablaba de mesura y templanza; la odiaba que nunca tuve realmente la oportunidad de reconocer nada de lo que decía; era una persona totalmente egocéntrica y fuera de sus hábitos.
Ahora reconozco los valores que decía; reconozco más que el odio que le tenia era mas una frustración por no poder decirle el mal que causaba con sus imprudencias, preferencias favoritistas y su egocentrismo; quería decirle que me frustraba que siendo una persona religiosa, actuara tan contrariamente a la religión.
Me dejó un aprendizaje muy grande; no siempre quienes nos enseñan cosas son quienes las hacen; sino quienes reconocen lo que les hace falta y muchas veces ponen sus esperanzas en sus amigos o personas que van conociendo para que precisamente sean mejores.Aprendí de la mesura y la templanza que nos da la oportunidad de impulsar nuestra vida y que incluso logra mucho más llegando bien, que llegando rápido. Ni dejarse seducir por la adulación, ni caerse ante la critica.
Incluso un atleta primero aprende a llegar bien; luego mejora poco a poco su técnica y llega a la perfección impulsado no por la rapidez, sino por la templanza.
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